En primer lugar, las aerolíneas tienden a aprovecharse del desconocimiento de los clientes que, en muchos casos, no saben que, además de recibir una solución a su problema (nuevo vuelo, resarcimiento de costos…), también tienen derecho a una indemnización de hasta 600 euros si cumplen con los requisitos del Reglamento (CE) 261/2004.

“Dado que los clientes desconocen sus derechos y tampoco son informados en caso de producirse una incidencia, prácticamente el 90% de ellos no reclama su compensación”, revela Noemí Fernández, gerente de Reclamio.

Otra práctica frecuente es alegar que el motivo de la incidencia es una causa extraordinaria, que no tendría derecho a una indemnización. Al respecto, Fernández afirma que “hay algunas que, incluso cuando saben que se trata de una causa ordinaria, siempre alegan que es una causa extraordinaria para retrasar el pago de las indemnizaciones y para generar inseguridades en el consumidor”.

La tercera artimaña más habitual es poner trabas en el proceso de reclamación. Buscan con ello cansar al consumidor y hacerle perder su tiempo, con el objetivo de que desista de su reclamación y no tener así que indemnizarle por la pérdida, retraso o daño en su equipaje o por el retraso o cancelación de su vuelo.

Por último, Reclamio indica que es habitual que las low cost cobren por las llamadas telefónicas durante el proceso y que haya tiempos de espera excesivamente largos para ser atendidos, también en los chats y a través de correos electrónicos, con el objetivo de dificultar las reclamaciones.

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