El turismo es más que un sector económico, es un acelerador del progreso social, que favorece la educación, genera empleo y crea nuevas oportunidades para todos. La materialización de esos beneficios hace imprescindible la adopción de un enfoque bien planificado e inclusivo, que sitúe la sostenibilidad, la resiliencia y la equidad social en el centro del desarrollo turístico y la toma de decisiones.
La transformación del turismo sostenible debe comenzar con una gobernanza eficaz y una planificación centrada en las personas. Es fundamental invertir en educación y capacitación, en particular para los jóvenes, las mujeres y las comunidades en riesgo de exclusión. A pesar de las oportunidades de crecimiento inherentes al turismo, casi la mitad de los jóvenes de los destinos emergentes carecen de la formación adecuada que les permita su plena participación.
La superación de esa brecha requiere que los gobiernos y las partes interesadas confieran prioridad a la creación de programas educativos y de formación profesional, accesibles y de alta calidad, que se adapten a la evolución de las necesidades del sector turístico y doten a las personas de la capacidad pertinente para destacar y potenciar con vigor el progreso colectivo.
El turismo también se ha de impulsar mediante la innovación estratégica y el imprendimiento responsable. La digitalización y los modelos de negocio innovadores brindan oportunidades ingentes. Por ende, el apoyo a las micro, pequeñas y medianas empresas y a las empresas emergentes, sobre todo a las dirigidas por mujeres y jóvenes, puede representar una contribución significativa a la prosperidad inclusiva y a la diversificación económica duradera.
Por otro lado, las inversiones sostenibles también son una poderosa herramienta para la transformación. Entre 2019 y 2024, el sector atrajo más de 2300 proyectos de inversión extranjera directa en nuevos proyectos, lo que representa 126 000 millones de dólares estadounidenses. No obstante, se han de priorizar las inversiones que aporten beneficios a largo plazo para la comunidad, fomenten la resiliencia y favorezcan la acción climática. Es preferible que estas inversiones sean más inteligentes y sostenibles. Por consiguiente, conviene que los actores públicos y privados colaboren para alinear el crecimiento con los objetivos climáticos, las repercusiones sociales y la innovación, de conformidad con las directrices que figuran en los Principios Rectores para una Inversión Sostenible en el Turismo.
La gestión responsable de los recursos naturales es otro elemento fundamental. Las partes interesadas del sector turístico deben anticiparse a sus efectos y velar por la reducción significativa de las emisiones, la conservación de la biodiversidad y la inversión en infraestructuras resilientes, con miras a salvaguardar nuestros recursos naturales y ecosistemas y garantizar la disponibilidad de los recursos para las generaciones futuras.
Este Día Mundial del Turismo es un llamamiento cristalino a la par que apremiante: es urgente comprometerse a hacer del turismo una plataforma que favorezca una transformación sistémica y sostenible, guiada por una gobernanza eficaz, una planificación estratégica, un seguimiento riguroso y unas prioridades colectivas evidentes.
El turismo encierra el poder no solo de fomentar la paz, sino también de impulsar el empoderamiento, la regeneración y la transformación sostenibles en nuestro mundo. Es hora de actuar. Aprovechemos el pleno potencial del turismo para la construcción de un futuro más sostenible, inclusivo y resiliente para todos.
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