En muchos casos, los problemas se centran en los motores, generalmente de la marca Pratt & Whitney, americana.
La enorme mayoría de los aviones son de S7, la principal aerolínea privada, que ha tenido que dejar en tierra 31 de los 39 aviones A320 o A321neo con que cuenta, con antigüedades de entre tres y siete años.
El propio periódico recoge versiones contradictorias respecto a qué planes tiene S7 sobre esta flota nueva que no puede volar.
En Rusia hay otros 27 aviones de estos dos modelos, pero equipados con los motores Leap de CFM, franceses, con menos dificultades para hacerlos volar, aunque no se sabe si es que los ingenieros rusos han encontrado soluciones y si es que los repuestos llegan por algún canal clandestino.
Las pruebas de la crisis de la aviación rusa básicamente proceden de las mismas autoridades que habían dicho que para el inicio de 2024 ya deberían haber comenzado a suministrarse nuevos aviones de fabricación local, sin problemas de repuestos. Nadie en Occidente consideró verosímil este calendario, pero ahora que esos aviones no han aparecido se hace evidente la crisis.
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